Principio de proporción
Mi enfoque del principio esta semana es un poco diferente de lo habitual. Como siempre, implica una cierta reflexión. Sin embargo, al menos en este caso, creo que resulta beneficioso escribir los pensamientos. Ya he mencionado que este principio parece estar fundamentalmente relacionado con tener claras las prioridades. Tratar de ordenarlo nos ayuda a reconocer si se está ignorando alguna actividad, objetivo o aspiración, o por el contrario se le está dedicando demasiado tiempo y energía.
A continuación, una reflexión sobre el tema estrechamente relacionado de convertir los deseos en proyectos.
Lo primero que hago en este ejercicio es sentarme y cerrar los ojos (a medida que envejezco parece que lo hago cada vez más, incluso cuando no es del todo apropiado). Entonces me pregunto, tal como se hace en la Ceremonia de Oficio, "¿qué es lo que realmente necesito?", "¿qué es lo que más deseo?". Intento no descartar nada de lo que se me ocurre. En cambio, tomo nota de aquellas cosas que me parecen más "cargadas", que parecen emocionarme más. Me esfuerzo por no juzgar, como si estuviera escuchando con afecto y desapego a un amigo muy cercano que me está contando sus sueños secretos. Me digo a mí mismo cosas que podría avergonzarme de decir en voz alta. Imagino cosas que en realidad nunca haría. Imagino cosas que no me plantearía hacer en el balance de mi vida.
La cuestión es que no importa si digo que quiero ganar la lotería, o mandar a la mierda a mi jefe, o tener un apasionado romance, o mudarme a una casita preciosa con una valla de madera, o lo que sea. Hay que hacer un gran esfuerzo para ser honesto, no juzgar y suspender la autocensura. No tienes que decírselo a nadie más. Esto es para ti.
Una vez hecha mi lista, la reviso varias veces. Luego trato de pensar en cada punto un poco más profundamente. Al hacerlo, quizá me doy cuenta de que no es necesariamente que quiera mandar a mi jefe a la mierda. Puede ser que sólo sea una especie de atajo. Quizá sea una imagen que, por ejemplo, compensa de algún modo la sensación de estar atrapado en una situación que no me gusta.
Quizá lo que me gustaría mucho más que echarle la bronca a alguien es una forma más satisfactoria de ganarme la vida, o quizá simplemente un trabajo que me permitiera llegar a fin de mes (o incluso un poco más). De la misma manera, quizá llegues a la conclusión de que "ganar la lotería" es simplemente una especie de metáfora de tener más control sobre tu propia vida. O tal vez lo que realmente te gustaría es sentir que todavía hay un futuro abierto con posibilidades, en lugar de la vaga sensación de miedo que tienes sobre el futuro.
Sin duda, merece la pena tomar nota de esos pensamientos que te llevan más allá de la imagen inicial (fantasía, ensueño, ensoñación), y que apuntan al clima subyacente que la imagen intenta compensar. Pero recuerda que el punto central del ejercicio es aclarar cuáles son las cosas, o situaciones, que esperas.
Cuando hago este ejercicio, intento hacerlo más de una vez. Lo hago varias veces, quizá a distintas horas del día o una vez al mes durante unos meses, o en distintas situaciones. Cada vez anoto los resultados. Luego tomo esa lista y me pregunto, para cada elemento que parece que realmente sería algo bueno: "¿Qué tendría que hacer para convertir esto de un sueño o aspiración en una realidad? ¿Cómo podría elaborar un plan para llegar a ese punto? ¿Cuáles serían los primeros pasos que tendría que dar?
En al menos una de esas revisiones me hago dos preguntas adicionales. Primero: ¿qué tipo de mundo (situación) me gustaría para mí, y para mis seres queridos? Luego me pregunto: ¿qué estoy dispuesto a hacer para crear ese mundo?
Por último, intento ir más allá de las respuestas vagas y plantear acciones concretas (aunque sólo sean los primeros pequeños pasos de un largo camino). Intento convertir mis vagas aspiraciones en planes, con imágenes claras y precisas de las cosas que podría hacer, al menos para empezar, para avanzar hacia la situación a la que aspiro. Intento dar un orden a estas acciones según lo que considero más importante. A veces es más fácil si se pone en negativo: ¿de qué me sentiría peor por no haber intentado si muriera sin avanzar en esa dirección? De ese modo termino con un pequeño número de prioridades.
Escribo mi conclusión y la releo varias veces. Luego guardo mis notas para compararlas la próxima vez que intente este ejercicio. Lo repito a lo largo del tiempo y veo qué permanece igual y qué cambia.
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